jueves, 8 de mayo de 2014

Cuando una persona deja huellas

Intentar olvidar o pensar en siquiera abandonar a aquella persona que creo en ti tantos recuerdos que de solo pensarlos te roba una sonrisa más que sincera... es.... es tan difícil como intentar ver al sol directamente en un día caluroso.
Tan doloroso.
La gente dice que debes dejarle ir, que no te conviene, que es una mala persona, que tú no le mereces, que sufrirás en un futuro y te arrepentirás.
Pero tú no les haces caso.
Cierras tus ojos, no escuchas nada, solo lo quieres a él o ella para que llene el vacío de tu corazón, para que cure lo dañado que está, para que lo lleve a la luz... lo saque de la penumbra.
Aunque eso te haga daño.
Aunque eso acabe destruyendo la poca cordura que tu cerebro procura mantener. 
Aunque veas a todos dándote a la espalda.
Aunque lo veas a él o ella, alejándose, de ti... porque te volviste una carga en vez de ser un refugio.
Aunque aquella persona ya no te busque, mientras tú lo haces con desesperación.
Porque llega un momento en el que amar asusta tanto que debes alejarte antes de volverte loco.
Loco de amor.
Creo que eso es la mítica del primer amor. Porque es el que nunca se olvida... porque con él descubriste nuevos sentimientos... y sufriste, tanto como sonreíste. 
Algunas veces sería mejor vivir sin corazón... sin dolor, angustias, ansiedad... sin sentimientos. Porque duelen tanto que ya no sabes qué hacer y quieres arrancártelo y quieres llorar y gritar y desear morir y que todo termine... porque ya tuviste demasiado dolor.  
Aunque una cosa es cierta: después de la tempestad, viene la calma.
Después de un día lluvioso, el cielo se adorna de un arcoiris profundo.
Paciencia.
Paciencia.